Las lágrimas caen a borbotones, mojando el pelo, llegando a sus labios. En los auriculares suena a todo volumen una canción triste. Los cambios de luz del videoclip le molestan en los ojos, pero no le importa. Anegados de lágrimas, intentan parpadear a más velocidad, alejando un poco esa especia de niebla. Se pasa el dorso de la mano por la mejilla, recogiendo tres lágrimas. Exactamente, tres.
Un recuerdo acude, la llama. No es un recuerdo específico. Es, simplemente, el tacto se sus labios, de su piel. Es el recuerdo de sus manos entrelazadas. De que el color de los ojos no importa…
Un sollozo. Se encoge. ‘When you walk away I count the steps that you take’. Mierda. A veces la música es la única que tiene razón…
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