jueves, 29 de diciembre de 2011

2012.

El humo escala caprichoso acariciando mis labios, aún rojos del carmín. El rímel sigue colocado perfectamente en su sitio, señal de que no ha habido necesidad de derramar ninguna lágrima. Me pitan los oídos. La música está demasiado alta y todos bailan con los ojos medio cerrados. Unos por los porros, otros por el alcohol, y otros menos numerosos simplemente por la droga que es la música. El frío entra por una ventana abierta y acaricia mis piernas y mis hombros, que están al descubierto. No me gusta el sabor del alcohol en mi boca. No me gusta ahogar las penas en ron con sabor ni en licores demasiado fuertes. De ahí el cigarro que descansa entre mis dedos.
Aunque, esta vez hay pocas penas que ahogar. Muy pocas. ¿Qué me ha pasado? Debería estar en casa llorando, sin ganas de hacer nada. Y me ocurre todo lo contrario. Aunque haya personas que crean que finjo, hoy tengo ganas de comerme el mundo. Estoy contenta, soy feliz. No necesito dos cubatas de más para sonreír. No tengo penas que ahogar, porque por primera vez en mucho tiempo, hay por lo menos una razón más para sonreír entre lágrimas que para fingirlo.
Y cada razón tiene un nombre propio, un nombre propio y una idea absurda e infantil, de esas que solo me gustan a mi. Si no, ¿Qué otra persona sería capaz de desear una feliz ruptura? Un pato de goma y una película preciosa a la par que infantil. ¿A quién no le gusta Campanilla? ¿Quién sería capaz de pensar en un globo de helio para animar a otra persona? O dedicar tiempo a escribir unas palabras que no me merezco... O simple e involuntariamente, ver un concierto de Melocos. Dedicar una sonrisa, una mirada. Dar un abrazo.
He sido una estúpida, y ha tenido que pasar esto para darme cuenta de lo que he estado a punto de perder.
Tiro el Chester al suelo y lo apago con la suela del zapato de tacón.
Y, con ganas de vivir, me adentro entre todas esas personas que conozco a medias, pues aun me queda mucho de ellos por descubrir.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Jor delirando (I)

''Quitándose poco a poco la camiseta, susurrando tu nombre, tú te sonrojas, te acercas, respiras su aliento, susurras te amo, esperas su respuesta durante unos segundos interminables para ti, él te coloca un mechó de pelo detrás de la oreja colocando así su mano en tu nuca, impidiendo tu huida, y mientras te lanza una mirada furtiva, te besa. Al principio te quedas inmóvil, hasta que tu pierna derecha se levanta lentamente y el se aleja. Le agarras de la cintura para que no se vaya. Empieza a decirte algo que para ti tiene la más mínima importancia. Le dices ''sshhh'' y colocas tu dedo índice sobre sus apetitosos labios. Te mira a los ojos, pero los tuyos no pueden despegarse de su boca... Esa boca por la que habías estado noches y noches comiéndote la cabeza, esa boca que ahora es tuya y solo tuya...''

Jorge del Olmo.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Tres sombreros de copa.

''Soy bueno y malo, perezoso y activo, simpático y antipático, triste y alegre, modesto y vanidoso, tonto y listo. Soy, por tanto, como esos discos de gramófono, que por una cara tienen grabada una dulce melodía y por la otra cara una tabarra. Y todo depende de que se acierte a colocarme de un lado o de otro en el tocadiscos''

Miguel Miura.