En la oscuridad de la habitación, él la acaricia, justo debajo del ombligo. Ella sonríe con los ojos cerrados. Ambos suspiran.
-Te quiero.
-¿De verdad?
-Sí, mucho.
Ella, agilmente se da la vuelta y, boca abajo apoya su barbilla en el pecho de él.
-¿Y si te digo que lo dudo?
Él se pone las manos tras la cabeza y consigue distinguir sus rasgos con la luz de la luna que entra por la ventana.
-¿Y por qué lo dudas?
-No lo sé... Me parece tan irreal...
Él se incorpora y la observa. Incluso ahora, con esa camiseta vieja de tirantes, sin maquillar y arreglandose los pelos por vergüenza, le parece la chica más hermosa del mundo. Le coge de ambas manos, obligandola así a quedarse quieta.
-Te quiero, llevo haciendolo mucho tiempo y siempre lo haré. Tú eres especial, distinta... Miraté, si ancluso así estás guapisima- Sonríe mientras ella ruega que no note lo azorada que está- Y eres... Mira, no sé que decirte. Te quiero y punto. Más de lo que tu piensas.
Ella sonríe.
-Eres increible, ¿Lo sabías?- Dice mientras se le lanza encima, directa a sus labios.
-Te quiero.
-Te adoro...
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