Chica enamorada, como te echo de menos. ¿Dónde quedaron todas las cosas que sentías al ver sus ojos? ¿O al escuchar su voz? Ya no existen. Ya nada de eso existe. ¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha pasado? ¿Has crecido? Te veo más mayor, te siento más mayor. Pero menos enamorada. De hecho, ¿recuerdas lo que se sentía al amar? ¿Recuerdas ese cosquilleo, como se erizaba tu piel al sentir la suya? ¿Recuerdas aquella noche de verano, dos años atrás, en la que te tumbaste en una toalla en pleno campo, a ver una lluvia de estrellas, pensando que lo sentías a tu lado?
Por cada estrella que viste caer, deseaste una vez más estar junto a él el resto de tu vida.
Por cada margarita que deshojastes se te aceleraba un poco más el corazón, cada vez llegabas al final.
Pero ni las estrellas son hadas madrinas, ni las margaritas predicen el futuro.
Y tú, querida, tú no estás enamorada.
No, ya no.
Si he sido capaz de guardar durante años, un pedazo de estrella en un bote de cristal por ti, seré capaz de hacer el doble por mi. Mi vida es mía, y nadie decide por mi. Jamás cometas el error de pensar lo contrario.
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