martes, 15 de mayo de 2012

Cuando sientes que ya no puedes más, que todo se cae ante ti. Cuando solo quieres llorar, y no lo puedes evitar. Cuando las lágrimas se abren camino entre las polvorientas mejillas, dejando una huella imborrable en los labios, ya cansados del sollozo. Cuando la soledad te llegue tan hondo, que no notes la presencia del que está a tu lado.
Cuando dejes de confiar en ti, entonces, habrá alguien que lo seguirá haciendo. Habrá alguien que con un gesto, o tal vez, con vanas palabras, te devuelva todo aquello que perdiste por ti mismo. Todo aquello que jamás te creíste capaz de hacer.
Tu mismo puedes ser tu mejor amigo, pero también tu peor enemigo.
Si dentro de ti, no encuentras la fuerza que necesitas, apóyate en el hombro de un ser medio mitológico.
Por qué no, apóyate en el hombro de un amigo.

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