domingo, 22 de enero de 2012
Lo que fácil viene, fácil se va.
Tenemos una vida tan fácil, que no valoramos casi nada. Estamos acostumbrados a que desde pequeños nos den las cosas hechos, masticadas, de manera que no teníamos que esforzarnos por nada, bastaba con patalear un rato o con poner una sonrisa un tanto inocente cuando conseguíamos lo que queríamos. Y pensaréis: eso tú, que eres una niña de papá. Si, yo la primera, pero a vosotros también os han dado siempre todo hecho. O si no, pensad por un momento, ¿Alguna vez os han negado algo que de verdad queríais? No me refiero a un capricho momentáneo, sino a algo que hayáis perseguido mucho tiempo. No me valen cosas imposibles. Desde pequeños nos acostumbramos a no esforzarnos, de manera que cuando llegamos a esta edad, lo intentamos y no lo conseguimos, lo único que hacemos es llorar. Llorar y lamentarnos. Y preguntarnos, ¿Por qué no será todo más fácil? Simple: porque si fuera fácil no merecería la pena. Si de verdad quieres algo levántate y lucha. Si no lo haces... bueno, allá tú.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Guaau muy buena entrada^^ Y sí, que razón tienes!
ResponderEliminarpásate por mi blog cuando quieras, un beso :)
http://nataliacuellar.blogspot.com/