domingo, 13 de noviembre de 2011

''Por ese 13 de febrero en el que llovió.'' (I)

Siempre me ha gustado observar las estrellas. Las veo tan grandes, tan bonitas allá arriba, tan numerosas... Esta noche brillan más. O me lo parecerá a mi. Hoy es un día especial.
Hoy contrastan aún más con el cielo negro, color casi azabache. Hay ausencia de luna, y a mi lado falta su perfume, su larga trenza, su blanca sonrisa. Ya hace un año que sentí el sonido de sus tacones alejarse de mi. Esos que tanto le gustaban, marrones. Aún recuerdo como iba vestida. Esos pantalones color beige que marcaban su figura y un pañuelo de flores al cuello. Le sentaba tan bien. Todo le sentaba tan bien.
El humo que sale de mi boca asciende caprichoso, intentando alcanzar el cielo. El cigarro se consume (como yo, cada vez más rápido) y la botella de whiskey ya comienza a flaquear. Otro Chesterfield al cenicero de mi descapotable rojo. Con los pies sobre el salpicadero y la cabeza echada hacia atrás intento dormir. Pero sus ojos no me dejan. Su fantasme me persigue en mitad de este desierto de Arizona, en mitad de la nada. No hay luces en el horizonte. Ni literal ni metaforicamente.
No lo entiendo, fuimos felices tu y yo. ¿Por qué te marchaste? Quizás fue porque pasaba poco tiempo contigo. O tal vez porque discutiamos demasiado. O, la realidad que más me duele, que menos quiero aceptar... porque dejaste de quererme.
Si, puede ser. Bueno, más bien, sí, así es.
Pero cielo, tu sigues siendo parte de mi. Sigues siendo mi único pensamiento. Y ya ha pasado un año, 365 días (366 en realidad), 52 semanas, 12 meses, muchos minutos, y cada segundo te he anhelado aún más que el anterior.
Considero mi vida como un tio vivo, en la que vuelta tras vuelta unos se suben y otros se van. Y no esperaba que tu te bajaras de él, por lo menos no tan pronto.
Aunque fuera solo por ese día. Aunque fuera solo por ese domingo. Por ese 13 de febrero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario