No giraré la cabeza cuando me veáis marchar. Me gustan los retos, pero habéis podido conmigo. Os felicito, me habéis hundido. Hasta día de hoy nadie lo había conseguido...
O tal vez sí, no lo sé.
No giraré la cabeza, porque hubo un tiempo en el que me prometí a mi misma que jamás me ibais a ver llorar, y menos por casos perdidos.
No quiero que veáis en lo que me habéis convertido, el monstruo que habéis creado en mi. el monstruo que yo he dejado crear en mí.
Tal vez sea por qué solo me llovían críticas como lluvia ácida cuando en realidad lo único que necesita era un abrazo. Tal vez. O tal vez por fingir, por fingir que nada me hacía daño cuando vuestras palabras se clavaban en lo más hondo de mí.
Pocos me conocéis, pero demasiados habláis. Sin derecho ninguno, además. Mirad vuestros propios errores antes de fijaros en mi larga lista. Que será una lista enorme, pero de orgullo ya no me queda ni un ápice. Y de autoestima, creo que menos todavía.
Pero, porqué no, seguiré fingiendo. Total, poco me queda ya que perder.
Seguiré fingiendo ser de hierro. Seguiré fingiendo que nada me importa. Ya estoy acostumbrada al silencio ante los demás y a los reproches hacía mi misma. Que la única que me vea llorar y que sienta mis lágrimas sea la almohada.
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