Sola, atada con cadenas de hierro al rojo vivo, aprisionandome de manos y pies. Queman, y cada vez se hunden más en mi piel. La oscuridad es cada vez más absoluta, hasta el momento en el que dejo de percibir lo que ocurre a mi al rededor. Mis sentidos están embotados, incluso dejo de sentir esas ataduras que tanto daño hacen. ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? No lo sé. No huelo a nada, ni siento ni veo. El dolor ha desaparecido, algo parece estar ocurriendo...
Siento calor. Algo en mi pecho arde. Es una luz, muy tenue aún. Me abrazo a ella, me hace sentir bien. Pero, ¿Qué es esto? Mis sentidos vuelven a percibir los cambios a su al rededor: ahora huele bien, a colonia. Y las cadenas de hierro han desaparecido. En su lugar solo quedan hilos de seda, que acarician mis muñecas temblorosas pareciendo decir: no llores más. Y siento... siento algo, algo nuevo. Está dentro de mi, no lo puedo describir.
Unos brazos me rodean, y una voz intenta susurrarme algo al oído, pero no la escucho: el silencia es tan bonito cuando las palabras sobran...
el silenciA!!
ResponderEliminarJorge, quieres dejar de buscarle fallos a mis entradas? ajajajjajajajaj
ResponderEliminar