-¿Qué haces aquí?
Leo, que está detrás de Diana, la mira extrañado. ¿Por qué ese tono tan brusco? ¿No se alegra de verle? Y parece que Danielle se hace la misma pregunta.
+¿No te alegras de verme?
Silencio. Solo se escucha el llanto de un niño pequeño que llora, Dios sabrá porque, ahogado entre las voces de personas aburridas de sus vidas, funcionarios y abogados que pasan, como todos los días, por ahí con un café en una mano y un maletín demasiado serio en la otra. Nadie pasa cerca de ellos, es como si el aire a su alrededor fuera más denso.
-¿Por qué debería alegrarme?
Leo no es capaz de cerrar la boca. ¿Qué le pasa a Diana?
+Pues... No sé, estoy aquí. He venido por ti.
-Ya... ¿Y por qué no te lo pensaste antes de acostarte con esa zorra?
La voz de Diana tiembla, pero no por que vaya a echarse a llorar... Tiembla de rabia. Leo decide meterse de por medio.
-Diana, ha venido desde España para verte...
-No lo defiendas. Ha venido de España por que se lo has pedido tú.
La mirada de incredulidad de Leo aumenta por momentos.
-¿Cómo?
-Ésta mañana, como no salías de tu habitación, entré a ver si estabas bien, y cuando vi el portátil encendido y una conversación del messenger abierta con su nombre- señala a Danielle, cabizbajo - no pude evitar abrirla... Lo siento, entendería que te enfadases.
Leo no puede evitar echarse a reír. No sabe si de los nervios o de qué, pero sus dos compañeros lo miran como si estuviera loco.
-Entonces, también sabrás que me voy mañana ¿No?
-Sí, y...
-Bueno, ya hablaremos luego de eso. Pero Danielle ha venido hasta aquí por ti, creo que lo mínimo que se merece es que hables con él, ¿No?
Diana mira a Dani. Parece realmente arrepentido, pero sabe que no lo está. Aún así, sabe que tiene que hablar con él.
-Está bien. Pero los dos a solas.
(Varias horas después, en una bar cerca de el Arco del Triunfo.)
+Me parece bien, normal y justo.
Diana borra las fotos de Danielle de su móvil sin que éste se de cuenta.
-Me alegro de que no te hayas enfadado, y siento que hayas venido para nada...
+No lo sientas, no he venido para nada. Necesitaba hablar contigo. Saber que aunque no vayamos a estar juntos, me has perdonado.
Diana sonríe. Lo quiere, pero bastante menos de lo que pensaba. Y Danielle tampoco parece muy afectado. Y si lo está, se le pasará pronto.
-Pero aún así, podrías quedarte unos días aquí, conocer París... No hace falta que vuelvas mañana a España.
Danielle mira a Diana intentando averiguar cuales son realmente sus intenciones, pero parece sincera. Le ha perdonado todo. Y pensar que lo único que necesitaba era hablar.
+Otra vez será, pero prefiero volver mañana. Los exámenes están cerca y no se estudia medicina en dos días... Pero no vamos a hablar de esto. Quiero que me cuentes la verdad.
-¿La verdad? ¿Sobre qué?
+Todo lo que me has dicho antes... Estás enamorada de Leo, ¿Verdad?
Las mejillas de Diana se encienden casi automáticamente.
-Creo...creo que sí.
+No lo crees, lo sabes. Pero tienes miedo.
-¿Y tú cómo lo sabes?
+Se ve, se te nota. Tienes miedo de que te haga daño. De que te diga que te ama y después te de el palo...
-No sería la primera vez que me pasa, ¿no?
+Pero yo soy un cabrón. En cambio él... Te quiere. No, no te quiere. Te ama. Está enamorado de ti, incluso más que tu de él.
-No creo...
+Yo no es que crea o deje de creer... Yo lo sé. Y vamonos ya. Estará deseoso de saber lo que ha pasado, y le debemos más de una explicación.
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