jueves, 12 de mayo de 2011

Oh, pues vaya#

Llueve. Y no solo de la ventana hacia fuera. En mi interior también hay tormenta hoy. Asomada a la ventana, veo a las gotas caer y deslizarse formando figuras estrombóticas. La lluvia repiquetea en el cristal, impidiendome oir más alla. Una gruesa capa de nubes grises cubren el cielo. La calle está vacia, solitaria. En momentos como éste, incluso apetecible... Olle, ¿Y por qué no? Decisión instantánea. Me pongo unos vaqueros rapidamente y un chubasquero azul.
-¡Mamá! Me voy.
-¿Con la que está callendo? ¿A dónde vas?
-A dar una vuelta, me estoy agobiando.
Cierro la puerta tras mi espalda. No soporto esperar al ascensor. Corro escaleras abajo. Y una vez en la calle, comienzo a andar. La música suena alta desde uno de los bolsillos de mi pantalón. De pronto, se termina el techo, me comienzo a mojar. Pero, ¿Qué importa? Ése problema es ínfimo en comparación. Llego a un parque escondido, solitario, con una especie de porche. Me siento debajo. Y empieza mi perdición; me pongo a pensar.
A pensar lo engañada que he vivido. A pensar en el miedo que me dá crecer. A pensar en que he perdido más de lo que he ganado... He perdido amigos, y que he gaado a cambio...¿Conocidos? O en algunos casos, ni eso... He ganado disgustos. Quitando a pocas personas. He ganados algunos hipócritas, y otros cobardes. Pero, lo peor de todo, esque ha sido por mi culpa...

Me levanto, no soporto llorar así. Hay un columpio, y me siento en él. Echo la cabeza hacia atrás, para poder disimular las lágrimas con las gotas de lluvia.
Y entonces lo veo claro. Las personas que realmente me quieren y me ayudan, son a las que menos caos les hago.
Ellos. Los únicos que siempre me aceptarán y siempre me mirarán con orgullo. Los únicos con los que se podrá contar toda la vida...
Vuelvo a casa. Quiero abrazar a mi familia. Los necesito, tanto como al oxígeno...

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