Una capa de color gris se ha apoderado del cielo.
La lluvia cae, mojando todo lo que encuentra a su paso.
Las gotas, libres al fin, bailan sobre asfaltos y ventanas, creando formas algo excéntricas.
La gente echa al cielo miradas escépticas.
Una luz centelleante atraviesa el cielo, y un trueno retumba segundos después.
Niñas corren por las calles, gritando preocupadas por el peinado de sus muñecas.
Niños corren y saltan por encima de los charcos, con el único fin de mojarse y divertirse. Dos en uno.
Las hojas de los árboles se mueven al viento.
Yo, atrapada, atada con cadenas de oro, observo desde una ventana de frágiles cristales.
Parece que anochece, pero yo sé que el sol está en alguna parte, detrás de esta ¿triste? manta que cubre la ciudad.
Me gustaría salir ahí, fuera, para poder disimular las lágrimas de mis mejillas con gotas de lluvia resbaladizas.
No entiendo como la gente puede odiar la lluvía.
Yo la amo; siento hacia ella algo que no es natural.
El repiqueteo de sus gotas son como notas musicales para mis oidos.
Y ese color gris oscuro, y esas luces repentinas.
Esos días ¿tristes?.
Esos días que anochece antes de tiempo, me hacen sentir viva.
Ese sentimiento de melancolía.
Ese agua fría,
caída del cielo, directamente,
sin intermediarios.
Sentirla corriendo libremente por mi cuerpo,
acaricierme, sin tabús.
Y como consigue relentizar el tiempo,
como consigue alargar la juventud,
como consigue ese sentimiento de libertad,
al sentir mi cuello acariciado por el viento,
al sentir mis cabellos volar, mecidos por una cuna inesixtente.
De pronto, el día se vuelve negro, no hay luz.
Ni farolillos ni quinqués.
Mareas corren por las calles, arrastrando la suciedad poco a poco.
Y esto parece no tener fin.
Este sentimiento de tristeza perpetua.
Este sentimiento de que el tiempo me acompaña, de que el agua y el viento me comprenden.
Este sentimiento de vida eterna.
Este sentimiento de conocimiento que anula la soledad.
Y un papel mojado cruza la calle, subiendo cada vez más alto.
-¡Eh, yo lo conozco!- susurro en esta jaula con barrotes de cristal.- Ese es el papel en el que hablaba de mis sueños, de mi libertad... Vaya, se fue, que rabia.
Destino.
Pezglobo#
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