Él se acerca. La mira, la cara tapada por las manos, y lagrimas colandose entre el hueco de los dedos. Intenta abrazarla, pero ella se aparta.
+¿Por qué? ¿Por qué eres así conmigo? No lo entiendo...
-No llores, por favor...
+¿Cómo quieres que no llore, si me siento rota? Me duele el haber pasado de serlo todo para ti a no importarte nada en dos días. Me duele el que me trates así, me bordees, y le hagas caso a todas menos a mi. Me duele el que antes vinieras, me abrazaras, y me sintiera bien entre tus brazos, protegida... Pero es que ya no recuerdo tus abrazos, ya no recuerdo como son. Ahora me miras con frialdad, no hablas conmigo.
-Pero es que...
+No hay escusa, no la hay. No puedes decir que me quieres, porque si me quisieras no me tratarias así, pero tampoco me puedes echar la culpa de nada, ya que no te he hecho nada... Supongo que no me quieres, y nunca lo has hecho, pero me convencistes de que si. Con promesas vacias. Y ma lo creí... Ahora solo estoy pagando las consecuencias. Parte de ellas es el que no me quieras ni ver, y que, en cambio yo me muera por estar a tu lado... Y no te acerques mucho a mi, no sabes lo que me cuesta contenerme, no sabes lo que me cuesta mirarte a los ojos y controlarme, no sabes lo que me cuesta mirarte los labios y no besarte...
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