Camina despacio, mirando al suelo. No se molesta en levantar la vista, sabe que ella esta a su lado. Ambos sienten el cesped bajo sus pies descalzos, y el sol abrasador sobre sus pieles, algo bronceada ya a causa del calor del verano. Ella mira al cielo, despejado, de una azul brillante, sin ninguna nube de por medio. Desvia la vista hacia su derecha y , a través de las gafas de sol lo ve. Ve los globos que lleva su amigo en la mano derecha. Globos de todos los colores llenos de helio. Van a hacer al simbólico, se van a quitar un peso de encima. Ella sonríe, siguen andando en silencio. Saca una botella de agua de la mochila y, tras ofrecerle, le da un trago. Llegan a su destino tras diez minutos de lento andar. Ella sonríe y se arrodila delante de la mochila, de la cual saca cuatro sobres, en los cuales hay folios llenos y más llenos de letras, deseos y agradecimientos. Se pone de pie.
-¿Seguro que quieres hacerlo? ¿No te parece una estupidez?
-Ya que estamos aqui, no me voy a echar atras. Además, no perdemos nada.
-Me siento ridículo...
-¿Por qué? Es una manera de desahogarte, de relajarte, de quitarte de encima ese peso con el que llevas tanto tiempo cargando... Tal vez sea una tonteria, pero cuando veas todas las preocupaciones que has plasmado en esos papeles volar y elevarse hasta desaparecer, verás como te sientes un poco más ligero...
Ella se acerca, y con la ayuda de él, atan los cuatro sobres a cuatro gloos distintos.
-Pero al igual que desaparecen las preocupaciones, desaparecen los deseos.
-Bueno, yo lo veo de esta manera: tienes dos opciones, quedarte con el sobre de las cosas buenas para que tus deseos esten siempre contigo y desaparezcan solo los problemas, o también puedes hacer que desaparezcan ambos en la atmosfera, y te darás cuenta de dos cosas: de que al verlos desaparecer, los problemas que tenías no son tan graves como pensabas, y que solo desparecerán los deseos banales, que lo que quieres de verdad seguirá siendo una meta para ti, seguirás luchando por ello...
Él sonríe.
-Bueno, intetemoslo.
Él le tiende dos globos con sobres y algunos sin ellos a su amiga y se queda con los demás. Se miran y respiran hondo.
-Vamos allá.
Ambos levantan los brazos, y, casi sin pensarlo, sueltan los globos. Suben, poco a poco, lentamente. Es una espectáculo bonito, un poco doloroso al ver desaparecer parte de sus vidas dentro de esos sobre, pero satisfactorio y relajante, sobre todo. Llega un momento en el que los globos solo son un punto brillante allí arriba, entre tanto azul. Y entonces se dan cuenta. Los problemas, las lágrimas y los llantos de aquellas hojas impulsadas por el helio, son algo insignificante con el resto de cielo, del mundo, de sus vidas.
Y, de repente, desaparecen. Ambos miran un rato más hacia arriba. Hasta que el dirige su vista hacia ella y con un suspiro la abraza y dice:
-Tenías razón.
Ella solo sonríe.
Un pequeño gesto de amistad, un pequeño abrazo, un paseo, han calmado las heridas que tanto tiempo llevaban martirizando su alma...
Si, él es un amigo, uno de los de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario